Crónica del evento de geocaching D&D - Los 4 hechizos

Publicado el Sábado, 16 Septiembre 2023 Escrito por Stich81 & Joselu61
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Crónica del del evento de geocaching D&D - Los 4 hechizos

Jakob llevaba varios días inquieto. Los rumores de la desaparición de las cuatro estaciones, la llamada de Eleanor... Todo ello era música celestial del mejor de los bardos para los oídos de un aventurero. “La última gran aventura del año” se decía a sí mismo.

Empacó con cuidado en su hatillo las cosas imprescindibles: las botas, la capa, algunas piezas de oro y plata… al final de la decana, después de cerrar algunos asuntos en su ciudad, iría a la región donde vivieron sus antepasados, para ayudar en todo lo que pudiera. Al fin y al cabo, aunque no iba demasiado por allí, conservaba un refugio cerca de las lagunas, y conocía más o menos la zona (o por lo menos, las zonas importantes, como los sitios donde crecían moras y setas…como todo buen pícaro que se precie de serlo).

Caía el sol cuando llegó a la posada (Geocervecitas - Noche de miedo). Enseguida empezó a ver caras conocidas. Aventureros con los que había unido su destino durante los últimos años. Auténticos veteranos, y también gente más nueva, pero con enormes ganas y muchísima experiencia ganada a base de salir de aventuras. Algunos aventureros, eran apenas niños. Pueden parecer débiles, pero no debemos olvidar que hasta el héroe más curtido, alguna vez fue un niño que soñó con empuñar un arma, o ser un poderoso hechicero. O un bardo, que la música nunca está de más, y alguien tiene que cantar las hazañas.

La posada no estaba acostumbrada a semejante ajetreo, por lo que las viandas tardaban en salir, pero todo era compensado por los saludos, abrazos, intercambios de monedas de lejanos países más allá del océano… y para calentar, se propuso una pequeña aventura secundaria a aquellos que aún tenían fuerzas para ello. Una vez finalizada, quedamos en un punto de encuentro para el día siguiente, y cada uno fue a dormir donde pudo. Algunos en sus carromatos, otros en posadas de la zona, y Jakob, en su refugio.

El día siguiente amenazaba tormenta. Las nubes plomizas no presagiaban un final feliz, pero tampoco era momento de amedrentarse. La pequeña aventurera que le acompañaba, Baelo, no tenía aún edad ni preparación para hacer el paso de montaña, así que acompañado de su esposa, y otra aventurera con dos pequeños (Gael, y la pequeña Laia, que aún no se mantiene en pie), se dirigieron por la vertiente que rodeaba las lagunas por el valle. Poco a poco, gracias a la ayuda de los más pequeños, los misterios se fueron resolviendo, los grimorios y pergaminos se fueron rellenando, y en un momento dado, se juntaron con la gente que bajaba de lo alto de las montañas. Algunos decidieron volver por este sendero, ya asegurado, mientras que los más valientes, decidieron continuar por otra senda, para asegurar los últimos sortilegios y hacer que el ritmo de las estaciones no se detuviese.

La misión, estaba cumplida. Sólo quedaba una misión secundaria, para dejar una zona cercana despejada del desastre que algunas criaturas (probablemente orcos, o goblins) habían provocado cerca de la fuente en la que un hada se suele bañar, y que según cuenta la leyenda, en ocasiones concede deseos. Lamentablemente, Jakob no se levantó en el mejor de los estados. Quizá fuese la edad, que no perdona, quizá los excesos con la hidromiel, a la que ya no está acostumbrado…El caso es que no se veía con fuerzas de afrontar esta misión. Lo que sí hizo, fue dirigirse a una población cercana, a hacer una pequeña misión que algunos aventureros habían desarrollado la noche anterior. No hubo mayor problema. La tirada de sabiduría fue buena, y la recompensa apareció donde debía estar.

Tras un sueño reparador, amaneció con un sol resplandeciente, que hacia presagiar que el último día iba a ser fructífero, poco a poco fueron llegando los intrépidos aventureros al punto de encuentro, una vez que estuvieron juntos (faltaban algunos que tuvieron que regresar por diferentes avatares) empezaron la marcha hacia El Chorlon (CITO El Chorlón - Conociendo la naturaleza), resolviendo y solucionando los últimos entuertos, como siempre los más jóvenes, pusieron la máxima ilusión e interés. El resultado fue excelente, habían conseguido solucionar el problema.

Para celebrarlo, nada mejor que una excelente caldereta al estilo del terreno, preparada por un druida de la zona.

El vino y las viandas circulaban sin cesar entre el alboroto alegre de todos los aventureros, alegres por haber conseguido el objetivo.

Entre risas, dulces y algún licor espirituoso, llego el momento de la despedida, abrazos y nos vemos pronto, seguro que surge alguna nueva aventura.

 

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